La planificación urbana desempeña un papel crucial en la gestión de la movilidad y los equipamientos en las ciudades, especialmente ante el desafío de las crecientes tasas de motorización y la consecuente disminución de la calidad de vida urbana. Este artículo analiza cómo la planificación territorial puede influir en la movilidad urbana, proponiendo un cambio de enfoque hacia un modelo sostenible que priorice modos de transporte más eficientes y menos contaminantes, mejorando así la accesibilidad y reduciendo las desigualdades en el acceso a servicios públicos.
Los procesos de planificación urbana en el marco de la implementación de la política pública consideran la movilidad y los equipamientos como temas de sostenibilidad urbana. Esto, ante las problemáticas de crecientes tasas de motorización en ciudades, los déficits de suficiencia o accesibilidad a servicios públicos y los efectos en el detrimento de la calidad de vida urbana del modelo basado en el tráfico motorizado privado del vehículo particular.
Desde esta perspectiva, problemáticas propias de las dinámicas de desarrollo urbano como el aumento de la población localizada en áreas urbanas, el aumento de densidad, aumento de tamaño de las superficies urbanas conforme a procesos extensivos de crecimiento de las ciudades, y las crecientes tasas de motorización; se constituyen hoy en desafíos para la planificación urbana.
La planificación urbana integra la movilidad con los usos de suelo, entre ellos los equipamientos; por cuanto la localización de las actividades, la diversidad o mixtura de usos, la intensidad de ocupación del territorio; solo responden a un modelo de crecimiento de ciudad. La forma urbana incide tanto en las necesidades como en las problemáticas de movilidad en las ciudades. Por ello, la sostenibilidad urbana orienta en la dirección de incorporar a la planificación, criterios de compacidad, policentrismo, conectividad, disposición de una densidad adecuada y de una mixtura de los usos económicos y sociales del suelo, aprovechando economías de escala y aglomeración.
La experiencia en diversas ciudades muestra que, si continúan las actuales tasas de crecimiento de viajes motorizados, la infraestructura no podrá satisfacer la demanda. Es necesario un cambio de enfoque en la planificación, priorizando modos de transporte más eficientes y menos contaminantes, como el transporte público moderno y no contaminante, la bicicleta y la caminata. La congestión, que ya es un problema conocido, pone en riesgo la accesibilidad debido al aumento de los costos asociados. Asimismo, los crecientes tiempos de desplazamiento por la congestión impulsan a más personas a optar por modos no motorizados cuando las condiciones lo permiten (distancia, clima, infraestructura). La planificación de la movilidad debe considerar esta realidad y proporcionar espacios seguros y de buena calidad para estos modos de transporte.
Es imprescindible un cambio de un modelo centrado en el tráfico motorizado privado hacia uno basado en la movilidad sostenible. Los impactos negativos del aumento de la motorización son múltiples: ambientales (contaminación atmosférica y acústica), en la salud pública (accidentes, ruido, sedentarismo), en la seguridad (reducción de delitos en áreas con mayor circulación peatonal), y económicos (disminución de la productividad urbana y pérdida de beneficios de aglomeración). Estos impactos permiten cuestionar el modelo urbano actual y reorientarlo hacia el bienestar humano y el desarrollo económico sostenible.
Además, la movilidad se integra a la planificación desde un enfoque de derechos, que, en materia de movilidad, hace especial hincapié en el acceso asequible y equitativo para todos, a infraestructuras fiables, sostenibles, resilientes y de calidad; junto con el mejoramiento de la seguridad vial, mediante la reducción del número de lesiones graves y muertes causadas por accidentes del tráfico automotriz. En forma complementaria es pertinente contar con un sistema de transporte público urbano seguro, asequible, accesible y sostenible para todos y todas; esto es inclusivo, prestando especial atención a las necesidades de las personas en situación de vulnerabilidad, las mujeres, los niños, las personas con discapacidad y los adultos mayores.
En consecuencia, las múltiples dimensiones de la movilidad, y la naturaleza de la problemática urbana reciente, permiten cuestionar el modelo actual, con el propósito de reorientarlo a favor de un desarrollo urbano sustentable, que ponga el foco en las personas y en su calidad de vida. Este enfoque estratégico ofrece la oportunidad para proponer medidas, tendientes a responder mejor tanto a las necesidades de desplazamiento de los ciudadanos y a los requerimientos de transporte de mercancías; como a las necesidades de dotación y acceso a equipamiento públicos para la población. En definitiva, reorientar la planificación urbana, a fin de evaluar cómo la organización espacial de la ciudad permite una movilidad que asegure la accesibilidad y proximidad de bienes y servicios, materia de interés común para la consecución de un modelo de desarrollo territorial.
En esta sección, ofrecemos una colección de artículos y análisis que reflejan nuestra visión sobre la planificación urbana y el desarrollo de ciudades y barrios. Nos proponemos crear un espacio dinámico para explorar y debatir los temas más actuales y emergentes del sector.
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