Uno de los temas recurrentes en la discusión actual es la actualización de los planes reguladores. En la última semana, el foco ha estado en el elevado número de comunas que están realizando modificaciones a sus instrumentos de planificación territorial. Surge la pregunta: ¿cuántas modificaciones son demasiadas? ¿En relación a qué se mide esta cantidad?

En los últimos años, se ha acumulado un número significativo de modificaciones en los planes reguladores comunales en la Región Metropolitana de Santiago. En muchos casos, estos planes eran obsoletos. Según el sistema de seguimiento de evaluación ambiental estratégica, actualmente hay 22 planes en proceso de modificación total o parcial, lo que representa más de un tercio de las comunas de la región. Esta cifra es el doble de la registrada en 2018 y el triple en comparación con el periodo de pandemia. Sin embargo, no es el periodo con más cambios, ya que a mediados de la década pasada se registraron más modificaciones (como lo muestra el gráfico superior de la infografía).

Esta situación está en parte vinculada con la Ley 21.078 de 2018 sobre Transparencia del Mercado de Suelo, que introdujo el Art. 28 sexies en la Ley General de Urbanismo y Construcciones. Esta normativa establece la obligación de actualizar periódicamente los instrumentos de planificación territorial cada menos de 10 años.

Además, estas modificaciones están incorporando los ajustes legislativos recientes. La Ley 21.450 de 2022 sobre Integración Social, por ejemplo, exige que los planes incluyan criterios de integración e inclusión social y urbana, así como resguardos e incentivos a la vivienda de interés público.

La Ley 21.078 también introdujo la Consulta Pública de Imagen Objetivo, que adelanta los procesos normados de participación ciudadana a una etapa intermedia en la elaboración de los planes. Esta consulta permite socializar la propuesta de imagen objetivo con las principales normas definidas por los municipios y sus concejos municipales, facilitando la participación de la ciudadanía y de actores relevantes en la planificación comunal, y reduciendo así la incertidumbre.

Actualmente, aproximadamente el 50% de las modificaciones en curso ya han definido o están en proceso de definir su imagen objetivo, lo que proporciona certezas sobre las normas a establecer. La actualización periódica y el seguimiento constante de los planes reguladores no deben considerarse un fin en sí mismo. Su verdadera importancia radica en orientar y sostener el futuro de nuestras ciudades. Aunque puedan surgir revisiones y dudas a corto plazo, la planificación urbana tiene una visión a largo plazo, ofreciendo una oportunidad para corregir el rumbo, enfrentar nuevos desafíos y consolidar consensos sobre el desarrollo urbano.